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Lo deploro

Un tanque es la mejor solución.

Ya sabéis, el que salió antesdeayer: la edición 2013 de Doing Business, una publicación anual que analiza la normativa que afecta a las empresas en casi todos los países del mundo y, a partir de esto, elabora un ránking de países en función de las facilidades que tienen las empresas para operar.

El texto es un tochaco infumable de 282 páginas. Afortunadamente no hay que leérselo, porque confiamos en nuestra prensa, que para eso está. Y efectivamente, los periodistas españoles lo analizaron pormenorizadamente, y cada periódico apostó por su propio titular, sin copiarse los unos a los otros ni dejarse llevar por los aspectos más demagógicos o anecdóticos, y sin tratar de conseguir clicks fáciles en sus webs con simplificaciones sensacionalistas.

Jajajajaja. ¿Qué os creéis que es esto, The Newsroom?

En fin. Yo soy de los que piensan que hay que pasar de este informe porque es un texto que no tiene interés para el 99% de la población, y en un periódico, con un número limitado de páginas, quizá sería mejor dedicar ese espacio a algún tema que afecte más a tus lectores.

Me explico. El Doing Business éste no tiene como objetivo otra cosa que influir y presionar a los gobiernos para que desregulen y pongan más fácil a los empresarios grandes hacer lo que les dé la gana. Lo vienen a reconocer los propios autores aquí (pdf, en inglés, página 8): el informe “ofrece a los políticos una herramienta comparativa útil para estimular el debate sobre las políticas. […] El debate inicial sobre los resultados destacados por los datos normalmente acaba convirtiéndose en una discusión más profunda […] sobre las areas en las que se necesita una reforma de la regulación empresarial”. Es decir, cuando se monta el pollo porque quedas peor que Zambia aumenta la presión para rebajar las exigencias a los empresarios, que salen ganando con todo esto. Este informe es un arma ideológica pro desregulación empresarial. ¡Sorpresa! En realidad no, puesto que es del Banco Mundial, que viene a ser a las grandes empresas lo que es la OMS para las farmacéuticas.

Su principal agente de ventas

El fondo del asunto es que al 99% de la población le da igual que abrir una empresa en Zambia sea más fácil que en España (suponiendo que sea verdad). Ningún español que se quede sin trabajo va a coger sus ahorrillos e irse a Zambia a poner un negociete. Zambia no es nuestro competidor en ningún recurso natural ni rama de la producción, así que no es probable que los empresarios normales saquen de aquí a sus compañías para instalarlas en Lusaka. Y sospecho que la mayoría de los locales está dispuesto a tolerar 28 días de espera para abrir su empresa en España, en vez de 17 días en un país con una esperanza de vida de 49 años, una epidemia de SIDA aterradora y un 64% de la población por debajo del umbral de la pobreza.

Probablemente mi próximo trabajo no será en la Cámara de Turismo de Zambia

Esto no lo digo para meterme con los zambianos; al contrario, como es natural y humano les deseo lo mejor. Lo digo para poner en evidencia para quién va dirigida la mierda ésta del Doing Business: para las empresas especuladoras y de capitalismo financiero de casino, sociedades fantasma que no crean ni actividad económica ni puestos de trabajo, sino que lo único que les interesa es abrir su chiringuito donde les cueste menos, porque toda su filosofía es arañar cada céntimo. Para especular, atacar divisas y deudas y jugar con los precios de las materias primas da igual dónde instales la sede social, así que irás donde sea más barato. Sólo a una empresa así le puede parecer lógico y normal que en un índice sobre dónde es mejor abrir una empresa quede muy por delante Zambia que España.

Ahora me siento fatal por haber hablado mal de Zambia. Quede dicho que es un sitio acojonante donde se pueden ver las cataratas Victoria.

Propuesta al Banco Mundial: ¿Por que no, en vez de un índice de dónde es más FÁCIL HACER una empresa, no hacéis uno de dónde es más DIFÍCIL SALIRSE de una empresa? Mira, esto sería muy útil: por ejemplo, para cambiar de compañía telefónica. ¿Cuántos pasos, gasto en dinero en llamadas, conversaciones absurdas, envíos de correos electrónicos y faxes, broncas, exigencias de facturas y recibos, cambios de interlocutor y visitas a departamentos hay que hacer para que a uno le den de baja en una telefónica porque está cansado y harto de que le roben? Estoy seguro de que en un ránking de este estilo, España no tendría de qué lamentarse. Ahí sí que ocuparíamos un bien merecido número uno.

“1004, ¿en qué puedo atenderle?”

– Deploreibol

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