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Lo deploro

Un tanque es la mejor solución.

Esto viene a la sazón, claro, de lo del Rey en Botsuana. Iba a llamar a esta entrada “Odio al Rey”, pero luego lo pensé mejor, porque en este país tan moderno esas movidas te pueden salir muy caras. Incluso meterte con el Rey del Pollo Frito se paga. Así que paso. Pero tomáoslo como un mensaje en clave: cada vez que escriba “jabalí”, me estaré refiriendo al Rey de España.

Al grano. Odio la caza por parecidas razones por las que odio los toros: un gilipollas armado que mata a un animal para divertirse me parece algo despreciable. Al contrario que los toros, la caza sí que tuvo sentido en su momento: era para comer, y tal. En ese caso, hablando de siglos pretéritos, no me parece mal. Pero ahora, que son cuatro pijos vestidos de verde matando seres vivos para pasar el rato, pues oye, mierda para ellos.

Mira qué ideales. Un par de mierdas con escopeta.

Además del pijo, la otra especie de subhumano que caza hoy en día es el tío de pueblo. Que nadie me venga con la historia esa de que la gente de pueblo caza porque es para comer, y no sé qué más. Cazan porque se aburren, igual que los pijos, y las barbaridades que estos gañanes de aldea les hacen a sus perros de caza cuando se cansan de ellos son de sobra conocidas, como lo de ahorcar a los galgos. De hecho, se puede ver la alianza pijos-pueblerinos en las “monterías” ésas, o como se llamen, en la que los segundos les hacen de guías a los primeros. En resumen: la caza es deplorable por cruel, por clasista, y por ser para pijos y paletos aburridos.

Hay unos pocos elegidos que son a la vez crueles, clasistas, pijos y paletos, como Jaime de Marichalar, retratado aquí poco antes de su ceremonia de graduación en la Academia Sith

El único punto que tiene a su favor la caza es que nos ha dado grandes obras literarias, teatrales y operísticas: puesto que siempre ha sido cosa de pijos, reyes y nobles, da muchas oportunidades dramáticas el reunir a ese tipo de gente en un sitio agreste, todos con armas en la mano. Pero ahora que los reyes y nobles se han vuelto aburridos, y no se disparan entre sí (lo máximo, como Froilán, es dispararse a sí mismo) pues la caza ya no tiene ni eso: la oportunidad de ver caer abatido a un poderoso.

Bueno, quitando al tonto de Fernández Bermejo, Ministro de Justicia, que tuvo que dimitir después de que se fuera con Garzón de cacería. Aunque si lo piensas, que los políticos y los jueces coincidan en su (carísima) afición por la caza, más que para reír es para llorar

Cazar un ciervo, como Bermejo, ya es patético: ver ese noble animal convertido en un despojo, y un mierdoso sonriente posando para una foto como si fuera un héroe por dispararle a traición me parece vomitivo. Pero ya lo de irse a África a cepillarse a los animales más hermosos y majestuosos de la tierra porque un mierda quiere disecarlos me parece de cadena perpetua. Habréis visto la foto del Rey posando con un elefante muerto, apoyado grotescamente contra un árbol. Deplorable. Además, viniendo de un Borbón es inexplicable: cualquiera diría que en esa familia tendrían más sensibilidad con eso de exhibir un despojo recién asesinado.

Al fin y al cabo, hace no mucho exhibían así al tío Luis

Una cosa más, y lo dejo: como odio a los que dicen que les gusta la caza porque es una actividad natural, y por tanto participar en ella es ir a favor de la conservación de la Naturaleza. Un argumento similar al de los que defienden los toros aduciendo que ellos respetan así la casta y la bravura de un animal al que le gusta la lucha. Basura. Si te gusta la naturaleza, haz montañismo, o submarinismo, o espeleología, o safaris fotográficos; no digas gilipolleces, a tí lo que te va es matar bichos, no lo camufles diciendo encima que proteges la Naturaleza.

Un apasionado de los bosques en acción

En fin, lo dicho, que la caza es deplorable. Ah, se me olvidaba; abajo el jabalí.

– Deploreibol

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